Rabanales

La localidad de Rabanales cuenta con un casco urbano con notables muestras de la arquitectura tradicional en piedra de Aliste. Su principal edificio es la iglesia parroquial de El Salvador, construida en parte con materiales romanos como sillares de granito y estelas sepulcrales. Junto a este edificio se encuentra un falo, símbolo romano de la fecundidad. Además cuenta con el «Centro de Interpretación de las Especies Micológicas», muestra de la notable tradición micología de sus habitantes, y origen de la existencia de varias empresas dedicadas a la preparación de conservas de setas y otros productos de la zona. Después de Alcañices, Rabanales ha ocupado siempre una posición relevante en la comarca alistana, existiendo una leyenda popular que habla de una época en la que Rabaneles disputó la cabecera de la comarca a Alcañices.

Historia

Según investigaciones recientes, pudo ser la capital de los zoelas, siendo por tanto el posible emplazamiento de Curunda Caesara. Además, pudo ser un referente destacable de la variante sur —tras la bifurcación en Figueruela de Arriba— de la Vía XVII del Itinerario Antonino, la calzada romana que conectaba Braga y Astorga.

Su pasado está parcialmente documentado y de él destaca la existencia, aún perceptible, de los cuatro castros que se han documentado en su término. De ellos hay tres protohistóricos: el de «San Juan» —del que se han extraído monedas—, el de «Gallinera» —del que se han extraído restos cerámicos— y el de «La Luisa». Además está «El Castrico» que es el que más restos arqueológicos ha aportado y que alberga una necrópolis romana, estando aún pendiente de determinar su cronología anterior.

Son numerosos los vestigios de cronología romana que se han hallado en esta localidad. Entre ellos destaca una inscripción dedicada al emperador César Augusto, Hijo del Divino (S.II a.C.) que se supone fue un pedestal de una estatua. Este, y otros hallazgos, refuerzan la posible existencia de una variante del trazado de la Vía XVII que pasaría por Rabanales. Los habitantes de esta localidad, en la convicción de su pasado romano, exhiben en la actualidad un busto del emperador romano César Augusto en la plaza Mayor.

Patrimonio

  • La iglesia parroquial fue construida durante el reinado de los Reyes Católicos, y su capilla, está hecha, en gran parte, con materiales romanos. Bien sean hermosos sillares de granito de 1,10 x 1,23 y 0,40 o 0,50 de grueso, o bien estelas sepulcrales y otras piedras labradas.
  • En sus alrededores han sido decubiertas diversas sepulturas entre la abundante pizarra. También se extrajo, además, un sarcófago de granito. Todos estos vestigios apuntan a un origen ya cristiano, aunque sin datar su época exacta.
  • Cuatro castros rodean el pueblo. El Castrico, sobre un altozano; el Castro de la Gallinera, al norte; el Castro de San Juan, al poniente y el Castro de la Luisa, más retirado, al mediodía. Todos ellos conservan, en mayor o menor medida, sus obras de defensa.
  • El «Falo», símbolo de la fecundidad y de la vida en casi todas las mitologías, se encuentra situado junta a la iglesia. Su origen se presupone romano, dado la utilización que como símbolo hicieron a lo largo de su extenso imperio. Este podría ser también el origen de los situados en Rabanales, Ufones y otras localidades próximas.

Fiestas

Rabanales venera a San Blas, el 3 de febrero, y hace lo propio con San Salvador, el 6 de agosto. El 4 de diciembre de 1714 el sumo pontífice Clemente XI concedía a la Santa Hermandad de San Blas de Rabanales un rosario de indulgencias , destacando entre ellas la «Plenaria» a todos aquellos cofrades que «confesados y comulgados, visiten la capilla del santo patrono san Blas cada 2 de febrero». La primera vez que se bendijeron y se consiguieron las indulgencias por los hermanos y por los devotos fue el día 2 de febrero de 1715.

Hasta Rabanales llegaron entonces devotos de todos los pueblos de los alrededores. Todos para recibir la indulgencia plenaria y la remisión de los pecados que se obtenían por parte de los cofrades también en el día de su muerte «confesando y comulgando y, -no pudiendo-, estando contritos e invocando con el corazón y con la boca el nombre de Jesús». Tras los actos religiosos tuvo lugar la subasta del Ramo.